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#Concurso: ANOTACIONES DE PANDEMIA POR UNA CREATIVA ANSIOSA Y DESPEDIDA


★ RELATO PARTICIPANTE DEL CONCURSO «RELATOS DE LA CUARENTENA» ★


Imagen: Pixabay

INDICACIÓN AL LECTOR: Publicamos los relatos sin editar, tal y como los recibimos. Puedes votar haciendo clic en el corazón que se encuentra al final de esta página.



Al periodo de cuarentena por el coronavirus, lo recordaré con controversia trepitante y lo contaré como una anécdota psicológica a mis futuros gatos, sobrinos y de tener hijos, también.




Viernes 13 de marzo



Día de mala suerte, y de último día laboral presencial en la oficina de comunicaciones de un organismo relacionado al ámbito de salud, acechados por la presencia del siniestro virus.


Casualmente, mi chamba ya es, literalmente un medio de prensa. Amo mi carrera y detesto este turno workaholic, porque a la menor presión, salta en mi cabeza un tornado de pensamientos negativos que en la práctica son torpezas de mi labor. Y eso que he comenzado el 5 de febrero. Ansiosa mal.”




Sábado 14 de marzo



Dejé mi cuarto de soltera, para permanecer en casa de mis padres en aislamiento social desde el domingo 15 de marzo.


“Carajo, dejé las blusas que toda señora de 34 años debe vestir como uniforme diario en Independencia, por la prisa de irme a Comas con mi familia y mis gatos. Aunque de cualquier manera, tuve un chat delicioso con mi Fuckbody en el Whatsapp, con stickers de todo calibre. Asu, que enfermos somos ambos, y ahora que lo recuerdo, como quisiera que ya fuera el fin de la pandemia para poder estar junto a él una vez más.




20 de marzo de 2020



Nulo descanso de sábado o domingo previo al anuncio del aislamiento social por el Covid-19. Tenía que trabajar manejando las redes sociales de mi trabajo desde la mañana hasta casi la medianoche del lunes 16 de marzo. No solo Community Manager: era además creadora de contenidos y monitora de noticias. Con todo, fue una perfecta jornada maratónica, incluyendo saltos de los almuerzos familiares. Felicitaciones del equipo por el logro grupal e individual.


“Mi familia está preocupada porque me han visto gritarle a la laptop, llorar de rabia porque mis propuestas enviadas fueron rechazadas por la Jefa, jalarme los pelos del estrés por cada error que cometiera, pero espero que mi esfuerzo sea valorado para una permanencia constante, pues estoy en un contrato de prueba desde el 5 de marzo en esa prestigiosa institución”.




27 de marzo de 2020


Parece que a la Jefa le desagrada cada vez más mi trabajo, pero estar atenta a los encargos a 24/7 es acaparador de mi tiempo y espacio: No distracciones en el mensaje presidencial, no canciones de lofi hip hop radio en Youtube para redactar, ni siquiera juegos en el celular atenta a los despachos, porque todo tiene que ser para ayer y se nota la tensión en los copys y notas que envío. Sigo produciendo ideas y enviando las denuncias que llegan por inbox, para que el organismo relacionado al ámbito de salud no deje de brillar en medios de comunicación, porque esta pandemia es la oportunidad de la vida en mi trabajo.


“Esta Jefa de mierda, ya estoy harta de aguantarle las mayúsculas en el chat grupal de Whatsapp, todos hacemos nuestra parte, incluyendo las llamadas de sábados y domingos. Oh no, mi ansiedad ya está comenzando otra vez: no puedo concordar con la línea editorial que esta pendeja explotadora me impone, aparte que nunca fue clara que si quería que cambie el estilo o la forma de redacción; me levanto viendo el celular y me acuesto con lo mismo. Ya estoy cansada, no puedo hablar con mis amigos, tampoco ayudar en casa, y lo peor, no puedo acariciar a mis gatos, que me brindan la calma que necesito. Extraño al Fuckbody”.




3 de abril de 2020



Es oficial: Se acabó mi contrato de prueba. Tuve que llamar yo a RR.HH. para que se me comunicara, porque no sabían como contactarme.


Mi supuesta última torpeza fue el acabose para mi Jefa. ¿Cómo fue?: Consideré a bien un copy que me proporcionó un miembro del equipo, que para mi Jefa, ese texto era demasiado simple y que ha sido criticado. Lo cual es falso, porque los comentarios generados iban en modo consulta, antes que crítica.


También noté actitudes muy sospechosas cuando el 1de abril, se incluyó a un nuevo miembro en el equipo de moderadores del Fanpage de la institución, se me pidió insistentemente mi clave de PC. (Que no recordaba, pues la había cambiado recientemente), y no se me envió el contenido de lo que se debía postear ese día.


“Menos mal que alguien del equipo le hizo el paro a la Jefa días antes, porque ésta no puede disponer del 24/7 en todos. Ya traté de tomar la iniciativa para publicar en redes, pero igual sigue gritando en el chat, ya sea porque falta un enlace, o porque no se publica de inmediato en las redes sociales. No es mi culpa que los jefes de mi Jefa le exijan y todos debemos pensar como ella.


Ya me aconsejó mi familia que no lo tome personal, pero sus palabras resuenan fuerte: ‘Se supone que tengo profesionales que pueden hacerlo y si no, pues estoy equivocada’. Dos días después tuvo tetas para poner a otra persona en mi puesto sin avisar y le faltaron esas mismas bubbies para decirme hasta acá; ni siquiera proporcionó mi contacto a los de RRHH para formalizar mi despido. En eso si se equivocó, y en grande”.




17 de abril de 2020



Ya transcurrió una semana y he leído atentamente mi carta de despido, en esta línea que explica: “Al amparo del artículo 10 de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral que consta en la Claúsula Cuarta del Contrato de Trabajo (cuya copia jamás me entregaron).


Si decidiera presentar una demanda ante un juzgado laboral por daños y perjuicios, y procediera, deberé demostrar mi capacidad como community manager en mi consultoría anterior con otra institución no gubernamental, presentando mi capacidad de resolver problemas. Y que mi ahora Exjefa no acreditó objetivamente las razones de mi cese.


“No hay dinero que valga y compre mi tiempo de descanso, de creación o ser yo misma”



Autora: Stephany Saenz Ballardo.



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