#Concurso: PRIMERIZO EN MEDIO DE LA CUARENTENA
- Machucabotones
- 26 abr 2020
- 4 Min. de lectura
★ RELATO PARTICIPANTE DEL CONCURSO «RELATOS DE LA CUARENTENA» ★

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Sus grandes ojos y hermosa sonrisa me hacía olvidar que el mundo estaba paralizado por culpa del Covid-19, un letal virus que inició en Wuhan (China) y ha matado a miles de personas.
La cuarentena dictada por el mandatario me ayudó a descubrir lo bello que es ser padre. Soy primerizo y nunca imaginé recibir caricias tan tiernas en mi vida, ni soñé sentir un amor tan puro y sincero, es más, no pensé que una persona se adueñaría de mi corazón como lo hizo Emma.
Cuando empezó el aislamiento social, 16 de marzo, mi pequeña tenía 5 meses. Cada día estaba más despierta, risueña, encantadora, renegona y engreída, pero sentía que me estaba perdiendo esos momentos, pues trabajaba en un periódico y el tiempo corría sin piedad.
Cambié de empleo y por la disposición del Ejecutivo, permanecí en casa. Al principio estaba tenso, tomaba café y las ganas de fumar aumentaban cada hora. Los primeros días no entendía las quejas y balbuceos de Emma, recién había cumplido 6 meses, pero era muy expresiva. Poco a poco, sabía cuándo quería comer, dormir, jugar, etc. Incluso, cuándo quería que la cargue -la mejor parte del día-, abrace y bese.
No tuve la suerte de tener a mi padre cerca. Cuando cumplí tres años, mi progenitor decidió irse de casa porque se había enamorado de otra mujer. Aunque teníamos el mismo nombre y apellido, eligió formar otra familia y perderse cómo crecía.
Emma sabe llamar mi atención, cuando salgo de la habitación para hacer el desayuno o almuerzo, grita y llora; cuando está echada en la cama, pide que la levante; y una vez que está entre mis brazos, duerme como un ángel. No hay razones para querer alejarme de ella y dejar de ver cada etapa de su vida.
Tenía pensado viajar con Emma y mi esposa a San Jacinto, un pequeño pueblo dentro de Nepeña (Áncash), para que conocieras a mis abuelos, las personas que me dieron amor y grandes enseñanzas cuando era niño, pero la primera ampliación de la cuarentena frustró los planes.
A pesar de ello, llamé a mis abuelos para darle la noticia, pues ignoraban la existencia de su primera bisnieta. Primero me comuniqué con los padres de mi padre, Luis y María, y al escuchar: “ya son bisabuelos”, soltaron un largo suspiro.
- ¿Cuándo nació? – preguntó mi abuelo.
- En septiembre – respondí.
- ¿Qué? Y recién nos dices. Caramba hijo, felicidades – contestó eufórico.
Al escuchar sus palabras, una lágrima se asomó y no supe qué decir.
- Es la ley de la vida. Me da gusto que mi nieto mayor ya sea padre. Nunca pensé que seguiría viva para escuchar tan grata noticia – agregó mi abuela.
Les expliqué que mi distanciamiento fue producto del proceso judicial que tuve con mi padre, el cual fue un dolor de cabeza para mí y mi madre. Después del juicio, decidí retomar la relación familiar.
***
Durante la cuarentena también hacíamos videollamadas con mi mamá, Margarita, quien se alegraba cada vez que veía a Emma. Mi pequeña sonreía frente al celular, mientras su abuela le mandaba besos y palabras halagadoras.
El 21 de abril, Emma cumplió siete meses. Ella no sabía que el mundo estaba en cuarentena, ni que los médicos hacían lo que podían para salvar vidas, ni que no podría salir a jugar en la calle. Aún así, gracias a la tecnología, le cantamos su happy birthday por videollamada. Los ojos de mi mamá se tornaron llorosos y dijo: “está linda, como quisiera abrazarla”.
En ese momento, un rayo retumbó mi corazón y lo partió en dos. No estaba cerca a mi mamá, ella no podía disfrutar de su única nieta, y sabía que lo mismo pasaría el ‘Día de la madre', debido a una nueva ampliación de la cuarentena.
El Covid-19 había secuestrado a todas las personas en sus casas y cortado todo acercamiento físico, provocando un gran desconsuelo y desequilibrio emocional. Las autoridades dicen que el aislamiento social terminaría el 10 de mayo, pero el número de infectados y fallecidos va en aumento, por lo que la medida se podría ampliar.
Miles de familias están en la misma situación, algunos no pueden ver a sus amigos y familiares, otros los pierden por las consecuencias mortales que trae el coronavirus. Quisiéramos que cuando termine la cuarentena, todo vuelva a la normalidad, pero no será así.
Tengo miedo de ir a trabajar, desconfianza al ir a comprar, duda al salir de casa, porque no sabemos quién está infectado. Podríamos contraer el Covid-19 dentro del bus, en la oficina, en el mercado, o cualquier espacio donde haya una gran aglomeración de personas. El temor no radica por lo que podría pasar conmigo si me infecto, sino por cómo afectaría a mi hija.
Siempre escuché decir a mi madre: “un hijo te cambia la vida”, y tenía razón. Emma me dio fuerza y esperanza. Pero, así como nunca imaginé recibir caricias tan bellas como la de mi bebé, ni descubrir lo extraordinario que es ser padre, tampoco quisiera ver qué pasa con mi niña si la contagio de coronavirus.
Por las noches, después de jugar por horas con mi pequeña, la cargo, siento cómo late su corazoncito, escucho su suspiro y, por último, veo como se queda dormida en mi hombro. La dejo en su cuna, con dificultad porque no quiere soltarme, y la observo. La cuarentena me permitió explorar nuevas emociones, pero también me hizo dar cuenta que no podría vivir en un mundo sin Emma ■
Autor: Juan Carlos Ángeles.
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